miércoles, 21 de noviembre de 2007

*VIERNES D por Juan Manuel Rossi

Es todo tan difícil de comprender por momentos
y no es la magia no
aunque exista no es la magia
yo conozco un lugar
que tiene momentos comprensibles a toda hora
y un bar que no tiene hombres recios
ni mujeres tumbadas para el placer
y lo elijo sin embargo
cada noche de los viernes
para beber de los poemas y las luces
y hasta la mañana del otro día
que se escapa como la luna en los colectivos
y crecen los sueños
que visitan los rostros de los que duermen
como los niños que juegan todavía con soldaditos de plástico
y hacen que se matan y no lloran la muerte de su niño antiguo

recuerdo la noche que cuelga de los faroles
para cantar al pie de una revolución
la que empieza por los ojos
los ojos que empiezan a ver otras cosas
las cosas que eran oscuras
la oscura realidad que se filtra de a ratos

no me arregles la media
digo a mi compañera
no impidas que salga el sol
no me ocultes lo que está roto
quiero ver detrás del hueco que se forma
al caminar descalzo

quiero que recuerdes también
que llueve a partir de la primera gota
y que cuesta ver el sol en las noches
por las ventanas con vitreaux
por las paredes donde anida la tormenta

recuerdo o creo recordar
que soy ateo por momentos
y es tan difícil de comprender
¿no hay nada detrás del viento
de los niños, de las manos asesinas
del tiempo?
ese tiempo que se escurre por la arena blanca y negra del ajedrez
y esconde entre sus piezas
el camino de regreso
igual quiero cantar
cantar a la calle, a los pasos que vienen hacia aquí
a los naranjos de la diagonal
a la hoja que se metió de pronto en el bolsillo de la niña que venía en bicicleta
a los hombre y a las mujeres que saben también cantar
y cantar de golpe y sin violencia
a las manos que dibujan
viernes sobre viernes
la memoria silenciosa de la ciudad

digo
diría
algunas veces comprendemos la música
y dejamos de pensar por un momento en la avenida que lleva al cementerio
o tal vez nos olvidamos del trabajo que tuvimos esta noche
y las otras noches en que vinieron amigos y se sentaron ahí adelante
con sus gestos y ademanes, con su transpirada cerveza negra…

todo desaparece
todo vuelve aparecer
como un placer repentino un romance
sin embargo
yo solamente quería hablar
de esa ventana en el medio del salón
de esa marea que sube a veces demasiado
de esa revista que se diluye en los innumerables cordones
y me hace feliz
acaso un hombre cualquiera.

El acorazado de bolsillo – literatura para todos

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